domingo, 9 de enero de 2011

Carta al Sr. Chino Conchudo

Querido infeliz Sr. Chino Conchudo, no es de mi agrado escribirle, bien sabes usted, que lo odio con el corazón y que desde el fondo de mi alma le deseo todos los males habidos y por haber, quiero aprovechar esta oportunidad para expresarle mis mas malévolos sentimientos y decirle, que usted es una persona despreciable y manipuladora, pues tiene usted aun la gran desfachatez  de mandar a su hijita querida el ruedo político, ordenándole que se haga la mosquita muerta, para aparentar que aquí no ha pasado nada, no señor, eso no lo acepto, aquí si paso algo, que no se borrara de mi mente. No se haga el inocente, como aquella vez que vino a contar el cuento, bien planeado por usted y sus huestes de la estrella, el cuento chino de la mejora para el país, si esa vez que  apareció de la noche a la mañana, disfrazado de humildad, muy bondadoso usted, que decía ser muy  trabajador  y honrado, un profesional intachable, que solo por amor al Perú y nada más que por amor, se lanzaría como candidato a la presidencia de la república. ¿Se acuerda de aquella vez que  pregonaba que con honradez tecnología y trabajo, arreglaría los problemas del país? Pues yo si me acuerdo señor, como si fuera ayer y me acuerdo de la ayudita que recibió de parte del gobierno de turno. Quien diría, que usted llegaría a ser el presidente señor, quien diría que el pueblo lo elegiría.


¡No la elijan!

Si había una mejor opción que usted señor, solo que la otra opción decía la verdad, se jugó la vida por ser transparente y creyó en ello, mientras que usted señor, usted fue esquivo, evadió la verdad, y nunca fue transparente. Lo peor de todo vino después de ser usted el elegido al sillón de Pizarro, pues todo lo prometido durante su campaña se desvaneció, se hizo humo, usted hizo todo lo que dijo que no haría, usted hizo todo lo contrario a lo que prometió señor, y ahora viene a decirnos a través de su hijita que las cosas estarán bien, pues no lo creo señor, espero que el pueblo tampoco lo crea, si no sería una ¡catástrofe! como diría un querido amigo de la vida. No creo ni una sola palabra que salga de la boca de su hijita, porque no es ella quien habla, si no usted señor, el que habla a través de ella, no me venga usted a contar cuentos chinos otra vez, señor, que ya estoy bastante grandecito como para creerme el cuento, o ¿cree usted señor que me trago el cuento, de que usted está preso y pagando su condena? Usted señor, no está preso, usted está feliz de la vida en donde está, pues ahora está mucho mejor de lo que estaría en otro lado, señor, además desde allí, puede controlar todo fácilmente, no se haga el sapo, usted bien sabe que desde allí se puede tener mejor control de la situación, si usted ha sido el presidente de la republica, señor, por favor, usted se sabe el teje y maneje de todo. Así que dígale a su productor, que su novela ya no me sorprende, pues su captura en chile fue como la búsqueda de su coleguita con el cual conversa a diario, un cuento chino más para apuntarlo en el libro de sus bribonadas, señor. Aquí no se venga a hacerse el pobrecito, que está preso, pues usted más que nadie sabe de su condición, eso no es estar preso señor, a eso yo le llamo ¡La dulce espera! Pues usted está esperando a que los cholitos peruanos nos olvidemos de todo, y es por eso que manda a su hijita disfrazada de democracia, como usted alguna vez lo hizo, para contarnos nuevos cuentos chinos, de ¡democracia, honradez y trabajo! No, señor, no lo acepto, pues intuyo que su único propósito esta vez, es darle educación a sus nietos, como lo hizo con su hijita, ya suelte usted la mamadera señor, y déjese de engañarnos con sus cuentos, vaya usted a contarles cuentos a sus abuelos, señor.
Esperando su no tan pronta y desagradable respuesta me despido.
Saludos para nada cordiales.

Un Peruano